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miércoles, 22 de enero de 2014

Credo poético

CREDO POÉTICO
(Antonio Gómez Yebra)


Creo en la poesía infantil,
alma todopoderosa,
creadora de mundos sin medidas
para la Tierra, el cielo y sus estrellas.

Creo en sus destinatarios naturales,
los que aún no han perdido la inocencia,
los que esperan el verbo que alimente
sus espíritus jóvenes y vírgenes,
y en los que como ellos aún intentan
recuperar su infancia cada día
o los que sueñan que pueden obtenerla.

Creo en la poesía infantil,
la que escriben en todas latitudes
los mejores ejemplos de esta especie
que hemos dado en llamar el ser humano.

Creo en quienes, contra todo,
huracanes, tormentas y mareas,
dignifican el género esforzándose
por verter en sus versos mil ideas.

Creo en quienes no simplifican
la poesía dedicada a los menores,
en quienes no se conforman
con hacer en sus versos sólo rima,
sólo ritmo, o palabras sin aliento.

Creo en esos hombres y mujeres
que investigan conscientes y gozosos
los motivos, los ámbitos, los temas
que los niños prefieren, necesitan
o buscan sin saberlo en los poemas.

Creo en la poesía desenfadada,
en la lúdica, clara, en la ligera,
la que nunca defrauda, pues no engaña,
la que al final profundiza
a pesar de su frágil apariencia.

Creo en la fértil fantasía,
la que trota sin riendas, la que salta
por encima de todas las barreras,
la que busca salirse de la norma,
de la horma y la forma, la que altera
los espacios y el tiempo, la que logra
desasirse del lodo, la que juega,
transgresora de límites, con todo,
porque todo, en el fondo, es su materia.

Creo en quien crea emociones,
en cualquier promotor de otras vivencias,
en quien hace brotar en algún niño
sensaciones amables, o potencia
su visión diferente de las cosas,
que no son como todo el mundo piensa.

Creo en quien activa la memoria,
en quien pone en acción la inteligencia,
en quien muestra caminos, en quien siembra
para no ver el fruto, en quien aloja
en las mentes más limpias, inquietudes,
en quien abre sus bocas, sus oídos
y ante el mundo infinito los despierta.

Creo en el niño, en el hombre,
creo en cualquiera
que en algunos instantes de su día
deja todo por ser sólo poeta.

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